Originalmente escrito en este blog el 19/09/2005
Esta tarde hemos ido Lois y yo a visitar a mis abuelos, cosa que no heacemos demasiado a menudo ora por falta de tiempo, ora por desgana. Y eso que viven a metros de nosotros, porque gracias a Dios se valen por si solos. Y después de 30 años de (creer) conocerlos, me he llevado una gratísima sorpresa. Afortunadamente, la relación con ambos ha sido siempre inmejorable, pero siempre me había entendido mejor con mi abuela, cosa que suele ser habitual según dicen. A mi abuelo le tenía por un hombre amable, a veces demasido, y cerrado de mente. Demasiado tibio en sus formas y maneras de proceder. Consideraba que era y había sido durante toda su vida una de esas personas que renuncian a sus derechos por no complicarse la vida. Jamás un cobarde, pero si demasiado tibio, insisto. Eso unido a su "manía" de sentenciar, siempre sin alzar la voz y con el dedo índice de la mano derecha bien extendido, había impedido que mantuviésemos una conversación fluida. Hasta hoy, que sabe dios que conjunción astral se habrá dado para que sucediera, pero que bendia sea. Hoy he comprendido que mi abuelo ni es ni nunca fue un tibio de corazón. Que si renunció a sus derechos fue porque antepuso las necesidades de quienes quería a esos derechos, en una epoca en que estos casi ni existían. Porque, al fin y al cabo, y como la mayor parte de la gente de su edad, fue siempre un luchador y un trabajador de los que volvían a casa con las manos destrozadas, y nunca pronunciaban una palabra mas alta que otra. Hoy he descubierto que mi abuelo es, como casi todos, un sabio. Y si no lo supe hasta hoy, creo que es porque jamás me había parado a escucharle bien. Todos los que tengáis la fortuna de tener abuelos o familiares mayores, cuidadlos. Porque debido a su edad lo necesitan y porque son un tesoro. Una fuente inagotable de anécdotas, vivencias y sobre todo, sabiduría. Hoy he aprendido que no hace falta saber quien fué Sócrates para ser un sabio Gracias abuelo por la cura de humildad. Y por muchos años mas. Gracias a todos los abuelos y abuelas del mundo, aunque solo sea por el hecho de serlo. Pero, en el fondo, por mucho, muchísimo mas.
Esta tarde hemos enterrado a mi abuelo. Apareció tumbado en el suelo de su huerto con la herramienta de labranza aún entre las manos. No sufrió. Murió como sin duda hubiera querido morir de haber podido elegir. Y mas que morir, su cuerpo simplemente se consumió de golpe, sin aviso y sin enfermedad premonitoria. Ha muerto un héroe. Y se ha llevado mi infancia consigo.
|